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martes, 17 de junio de 2014

¿TIENEN LAS PLANTAS OTRA FORMA DE INTELIGENCIA? - por JAVIER YANES - en el blog "Ciencias Mixtas"


¿TIENEN LAS PLANTAS
OTRA FORMA DE INTELIGENCIA
?

por JAVIER YANES
en el blog "Ciencias Mixtas"


Las plantas manejan el tiempo y el espacio de formas muy diferentes a las nuestras. Nosotros nos movemos rápido y pasamos deprisa. Para llegar a cualquier lugar, necesitamos desplazarnos, y para reproducirnos no nos basta con esto, sino que estamos obligados a embutir físicamente los gametos en el interior de un recóndito bolsillo corporal de otro miembro compatible de nuestra especie. Nuestra arquitectura está centralizada, con un núcleo operativo, el cerebro, que procuramos mantener lo más alejado posible del suelo; y necesitamos conservar nuestra estructura lo más intacta posible para seguir vivos.

Frente a todo esto, las plantas representan casi todas las alternativas opuestas. Su tiempo transcurre muy despacio. No se mueven, sino que el mundo pasa a su alrededor. Pueden expandirse dispersando sus gametos en el viento, evitando la molestia de buscar pareja. Hace millones de años ya inventaron ese modelo de arquitectura en nube que los humanos acabamos de descubrir para nuestros sistemas de información: su estructura es modular y descentralizada; pueden perder una parte, o casi todas, sin que afecte a su supervivencia. Y a pesar de que no dependen de un solo núcleo operativo, su órgano más esencial está enterrado en el suelo a buen recaudo. Así han logrado triunfar sobre el tiempo y el espacio: algunos ejemplares llevan miles de años sobre esta roca mojada, alcanzando alturas de cien metros como las secuoyas de California, extensiones de copa de miles de metros cuadrados como el baniano Thimmamma Marrimanu en India, e incluso son capaces de formar un solo organismo clónico con miles de tallos unidos por las raíces cubriendo un bosque entero, como los álamos temblones conocidos colectivamente como Pando, en Utah (EE. UU.). Entre Ibiza y Formentera existe una pradera de Posidonia formada por una sola planta de ocho kilómetros de longitud cuya edad se estima en 100.000 años.

(...)

En diciembre pasado, el influyente semanario The New Yorker publicó un extenso reportaje del escritor y periodista Michael Pollan titulado The intelligent plant (“La planta inteligente”). En el artículo, Pollan recordaba la oleada de mitología nuevaerista sobre la sensibilidad vegetal surgida a raíz de un libro publicado en 1973 y titulado La vida secreta de las plantas, en el que, entre otros, se narraban los experimentos realizados por un experto en polígrafo de la CIA llamado Cleve Backster, que afirmaba haber detectado reacciones en las plantas no solo en respuesta al daño directo, sino también a la intención de un humano de hacer daño. Según Backster, una planta había sido capaz incluso de reconocer al asesino de una compañera en una rueda de sospechosos.

En su artículo, Pollan recordaba que las arriesgadas hipótesis defendidas en La vida secreta de las plantas no solo no han encontrado respaldo científico, sino que han sido ampliamente ridiculizadas. Pero seguidamente, el autor aportaba extensa documentación y declaraciones de científicos que atribuyen a las plantas insospechadas capacidades de “cognición, comunicación, procesamiento de información, computación, aprendizaje y memoria”, y que algunos expertos, con la firme oposición de otros, han encajado en la controvertida denominación de neurobiología vegetal. Las plantas, repasaba Pollan, poseen entre quince y veinte sentidos corporales, incluyendo análogos de nuestros cinco, y reaccionan en consecuencia: huelen y prueban estímulos químicos en el aire o en sus cuerpos; ven la sombra, la luz y sus distintas longitudes de onda; tocan objetos a los que se agarran; y, además, oyen: en un sorprendente experimento, la investigadora de ecología química de la Universidad de Misuri (EE. UU.) Heidi Appel mostró que una planta fabricaba sustancias de defensa cuando en su presencia se reproducía la grabación del sonido de una oruga devorando una hoja. Pollan enumeraba ejemplos documentados de cómo las plantas se comunican entre ellas mediante señales químicas, cooperan con miembros de su especie, reconocen a su parentela, nutren a su descendencia, e incluso intercambian información con otros seres vivos, como ciertas especies que responden al ataque de las orugas emitiendo un compuesto que atrae a las avispas parasitarias, las cuales depositan sus huevos en el cuerpo de los atacantes.

(...)

Entre el descubrimiento y el escepticismo, el concepto de neurobiología vegetal va ganando voz en la literatura científica, en la curiosidad del público e incluso en influyentes foros de pensamiento innovador como las conferencias TED. Muestras como el vídeo que acompañaba al reportaje de Pollan en The New Yorker, y en el que cuesta ver tan solo un tropismo mecánico, hacen que sea difícil seguir pensando en las plantas como simple mobiliario terrestre. E incluso continuar ignorando impávidos que, cuando hincamos el diente a un vegetal crudo, estamos comiéndonos un ser vivo... vivo.

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Puedes leer el artículo completo
pinchando en el siguiente enlace.


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Javier Yanes es un periodista de ciencia y viajes, además de biólogo y escritor, y bloguero. Como periodista científico he trabajado en Público, ABC y Efe, entre otros. Como novelista, he publicado ‘El señor de las llanuras’, ‘Si nunca llego a despertar’ y ‘Tulipanes de Marte’.

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jueves, 12 de junio de 2014

JONAS SALK - SI TODOS LOS INSECTOS DE LA TIERRA DESAPARECIERAN... - en el muro de "Lee Camp"


SI TODOS LOS INSECTOS DE LA TIERRA
DESAPARECIERAN...

JONAS SALK
en el muro de "Lee Camp"


"Si todos los insectos de la Tierra desaparecieran,
dentro de 50 años toda la vida sobre la tierra terminaría.

Si todos los humanos desaparecieran de la Tierra,
dentro de 50 años todas las formas de vida florecerían."

(Jonas Salk)

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Jonas Edward Salk (28 de octubre de 1914 – 23 de junio de 1995) fue un investigador médico y virólogo estadounidense, principalmente reconocido por su descubrimiento y desarrollo de la primera vacuna contra la poliomielitis segura y efectiva. Nació en la ciudad de Nueva York, proveniente de familias inmigrantes ruso-judías. Si bien sus padres no poseían una educación formal, estaban decididos a ver triunfar a sus hijos. En la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York se destacó no sólo por su destreza académica, sino porque también decidió realizar investigaciones médicas en vez de convertirse en médico.

(Wikipedia)

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Puedes visitar el muro de Lee Camp
pinchando en el siguiente enlace.


miércoles, 30 de abril de 2014

CÉLULAS PRODUCTORAS DE INSULINA OBTENIDAS POR CLONACIÓN - Javier Sampedro - ElPaís.com

Células madre embrionarias derivadas
de una persona con diabetes tipo 1.

BJARKI JOHANNESSON
 NYSCF

CÉLULAS PRODUCTORAS DE INSULINA
OBTENIDAS POR CLONACIÓN

Javier Sampedro y Ángeles López
ElPaís.com - ElMundo.es
Un equipo internacional logra una eficaz derivación
de células madre por transferencia nuclear


Vuelve la clonación terapéutica. La vieja idea de tomar el genoma de una célula de la piel de un paciente, introducirlo en un óvulo y usar el embrión resultante para generar cultivos de células madre no solo sigue viva, sino que goza de mejor salud que nunca. Científicos de Nueva York y Jerusalén acaban de mejorar la técnica hasta el punto de hacer viable, por primera vez, su aplicación clínica en el futuro inmediato. Y han conseguido clonar de esta forma, también por primera vez, células beta pancreáticas —las productoras de insulina— a partir de una paciente de diabetes de 33 años. La ley norteamericana, sin embargo, va muy por detrás de la ciencia en este caso.

La generación de células beta pancreáticas era uno de los objetivos prioritarios de la medicina regenerativa, porque los científicos esperan que pueda ayudar a los pacientes diabéticos. La obesidad y la consecuente diabetes de tipo 2 es el principal problema de salud pública de nuestros días, pues de él se derivan los grandes matarifes —infarto, cáncer y neurodegeneración— en los países occidentales, y cada vez más en el mundo en desarrollo, a medida que va importando el nefasto estilo de vida y nutrición de los países ricos.

La medicina regenerativa ha experimentado una revolución en los últimos años con la invención de un segundo tipo de células madre, las iPS, o células de pluripotencia inducida, que no requieren la construcción de un embrión humano, y que valieronhace dos años el premio Nobel de Medicina a su creador, el japonés Shinya Yamanaka. Pero ni el comité Nobel —que también otorgó el premio a John Gurdon, el clonador del primer animal— ni el resto de los científicos del campo han renunciado en ningún momento a la idea original.

Tal y como señalan en Nature Dieter Egli, de la Fundación de Células Madre de Nueva York, y sus colegas de la Universidad de Columbia de la misma ciudad y la Universidad Hebrea de Jerusalén, las células iPS, por mucho que puedan constituir el futuro de la medicina regenerativa, están actualmente plagadas de escollos de cara a su aplicación clínica. “Las células iPS”, escriben, “son a menudo defectuosas en su diferenciación (especialización en tipos celulares útiles para trasplantes), contienen patrones aberrantes de metilación (modificación epigenética), y adquieren mutaciones somáticas”.

Clonación terapéutica para diabetes

Un cuadro desolador en comparación con las células embrionarias clonadas, que estarían muy cerca de la aplicación clínica de no ser por el entorno legal adverso. Entonces, ¿vuelve la clonación terapéutica?



“La respuesta es sí”, dice Egli a EL PAÍS. “La investigación en medicina regenerativa se ha concentrado con fuerza en las células iPS desde el desarrollo de esta técnica en 2007 por el premio Nobel Shinya Yamanaka y su equipo. Sin embargo, nuestro trabajo muestra que las células madre específicas de paciente derivadas por transferencia nuclear (clonación) son una fuente viable para desarrollar terapias celulares”.

Al igual que otros científicos del campo, el jefe del equipo de Nueva York no ve razón para renunciar a una línea de investigación prometedora por el mero hecho de que exista otra. “Todas estas tecnologías, incluidas las células iPS y las células madre embrionarias derivadas por clonación, permanecen relativamente inexploradas, y como no sabemos todavía qué estrategia será la más útil para la medicina, preferimos seguir explorando todas las rutas”.

Procedimiento para obtener células productoras de insulina

Pese a todo ello, Egli no tiene la menor crítica contra la concesión del premio Nobel al descubridor de las células iPS. Más bien todo lo contrario: “El Nobel a Yamanaka ha galvanizado la investigación en células madre y ha atraído una atención, un interés y una motivación sin precedentes hacia el campo al mostrar a los científicos que la tecnología de las células madre tiene un potencial increíble; es verdad que, al mismo tiempo, ha desincentivado a los laboratorios de la investigación en clonación; pero creemos que nuestro éxito en este terreno establecerá un nuevo equilibrio, con ambas líneas progresando en paralelo”.

Otro factor que ha jugado en contra de la clonación humana es el célebre fraude del investigador coreano Hwang Woo-Suk, cuyos ecos siguen sin apagarse más de una década después del escándalo. “Cualquier fraude científico genera desconfianza en un campo de investigación”, reconoce el investigador de Nueva York, “y este sigue siendo un problema tan real hoy como lo fue en la época; pero aquel trabajo concreto de Hwang ya no es un factor significativo”.

¿Vuelve la clonación? Tal parece.


viernes, 28 de febrero de 2014

Transforman células cutáneas en células hepáticas - Sarah Romero - revista Muy Interesante


Transforman células cutáneas en células hepáticas
Sarah Romero
revista Muy Interesante


Un equipo de científicos de la Universidad de California y el Instituto Gladstone de EEUU ha conseguido un hito en reprogramación celular: transformar células de la piel en células funcionales para el hígado. Los resultados han sido publicados en la revista Nature.

La medicina regenerativa avanza a pasos agigantados. No sólo la ciencia es ya capaz de transformar células de la piel en células para el páncreas o el corazón, o incluso en neuronas, sino que ahora éstas células ya son completamente funcionales, células maduras, con la capacidad de ser aplicadas a los tratamientos de los pacientes.

La clave del estudio ha estado en reprogramar las células en un estado intermedio y añadirle un conjunto de genes y compuestos capaces de transformarlas en células hepáticas funcionales. Los investigadores trasplantaron estas células del hígado en los hígados de los ratones de laboratorio y tras nueve meses de monitorización de su desarrollo y su función celular, comprobaron que las células trasplantadas se estaban convirtiendo en células hepáticas maduras funcionales.

Aunque aún quedan varios aspectos por resolver, lo cierto es que al fin se han encontrado los elementos necesarios para regenerar con éxito el tejido hepático. Este descubrimiento brinda una gran esperanza a todas aquellas personas que padecen insuficiencia hepática y cuya única salida hasta ahora había sido el trasplante.