La sal que «ocultan» los alimentos
El 80% del sodio que consumimos
proviene de los productos elaborados
A los españoles nos sobra salero. Y no nos referimos a lo simpáticos que nos ven fuera de nuestras fronteras. Tomamos el doble de la sal diaria recomendada por la OMS, que fija el máximo saludable en 5 gramos al día, lo que cabe en un dedal. El problema a la hora de controlar el consumo es que casi el 80% de la sal que ingerimos es la denominada «oculta» o «invisible», porque se encuentra en los alimentos procesados o en medicamentos. A veces ni siquiera la saboreamos, pero está ahí. Es el caso, por ejemplo, de los cereales de desayuno, del jamón de york, o las pastillas efervescentes.
Es importante fijarse en la etiqueta nutricional de los productos. En la mayoría de los casos, aparece la cantidad de sodio. Si multiplicamos esa cifra por 2,5 obtendremos los gramos de sal. «Enlatados, embutidos, precocinados, salsas y snacks son los grupos de alimentos con mayor contenido en sodio», advierte la doctora Nieves Martell, presidenta de la Sociedad Española de Hipertensión (SEH) y jefa de Servicio de Medicina Interna del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
Para reducir el consumo de sal, lo aconsejable es «utilizar como mucho gramo y medio diario en la cocina, optar por alimentos frescos, y pensar que los procesados tienen que restringirse a una toma al día», explica a ABC la doctora Martell. El problema de la sal está en el sodio que contiene, que, en exceso (no debe sobrepasar los dos gramos diarios), eleva la presión arterial, con el riesgo de desarrollar hipertensión y otras enfermedades cardiovasculares relacionadas, como «infartos, anginas de pecho, ictus, hemorragia cerebral, además de insuficiencia renal o deterioro cognitivo», advierte. No se trata de demonizarla, ya que es fundamental para nuestro organismo, sino de tomarla en su justa medida.
Aumenta la sal «invisible»
La presencia de sal en los alimentos procesados de venta en España ha crecido un 6% con respecto a 2010, sobre todo en platos preparados de carnes y pescados, sucedáneos de angulas, fuet y jamón cocido y, especialmente en bollos y galletas, donde ha aumentado un 118%, de acuerdo a un estudio de la OCU que analizó 209 productos el pasado mes de enero. «Creemos que no se hacen verdaderos esfuerzos para disminuirla. Los productos con más sal tienen más sabor y por eso muchos se resisten a reducir», comenta a ABC la portavoz de la organización, Ileana Izverniceanu.
El estudio alerta de que la presencia de sal en el pan ha crecido un 16% desde 2006, cuando se redujo como consecuencia del acuerdo al que llegaron los fabricantes con la Administración. En diez de los productos analizados, entre los que se encuentran las croquetas y empanadillas, las verduras congeladas y en conserva, caldos, latas de atún y mejillones, pizza, queso fresco, pan de molde y patatas fritas, sí ha bajado. Pero ¿por qué este exceso? No es solo cuestión de sabor. «La mayoría de los alimentos envasados utilizan como conservante el sodio», señala la doctora. Aunque no todos informan de su proporción, a finales de este año, asegura Izverniceanu, será obligatorio que aparezca en la etiqueta nutricional.
Para la presidenta de la SEH sería deseable que existieran rangos máximos para determinados alimentos, como los cereales de desayuno. «Los hay que tienen desde un miligramo de sodio hasta mil miligramos por cada cien gramos de producto», alerta. En otros artículos, como las latas, considera necesario incluir un «semáforo» que informe de si el contenido en sodio es alto, medio o bajo, para facilitar su identificación a los consumidores.
Mito desmontado: La sal no engorda
La sal no «engorda» porque no aporta calorías, por lo que no influye en el aumento de la grasa corporal. «Lo que sí puede incrementar es la retención de líquidos en personas que ya padecen una insuficiencia cardiaca o renal con el consiguiente aumento de peso corporal», explica la doctora Pilar García Durruti, jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Grupo HM Hospitales.
Cinco ejemplos de sal «oculta»
El 60% de la sal es cloro, que aporta el sabor salado, y el 40%, sodio. El sodio en exceso es perjudicial para nuestra salud, ya que aumenta la presión arterial. Se deben consumir como máximo dos gramos de sodio al día.
Cantidad de sodio por cada cien gramos de los siguientes productos:
Queso de Burgos: 1.200 miligramos
Jamón de York: 965 miligramos
Cereales con miel: 1.000 miligramos
Pizza de atún congelada: 1.008 miligramos
Salsa de soja: 5.720 miligramos
Fuente: Calculadora nutricional de la SEH.
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