Algas capturadoras de CO2 conviven
con aviones en Barajas en busca
de un mundo sostenible
Miles de millones de microalgas conviven cada día en el aeropuerto de Barajas con los aviones en la Planta de Experimentación de captura de CO2 promovida por AlgaEnergy, Aena, Iberia y las universidades de Sevilla y Almería para luchar contra el cambio climático y lograr un mundo más sostenible.
En un terreno de 2.000 metros cuadrados (m2) de la T4, la Plataforma Tecnológica de Experimentación con Microalgas, "única en el mundo", es capaz de producir entre 3 y 4 toneladas de biomasa al año.
Así lo explicó a EFE Juan Luis Mato, Vicepresidente de AlgaEnergy, que resalta que "las microalgas son beneficiosas para el medioambiente, ya que se nutren del CO2 de la atmósfera y se multiplican gracias a él. Así se consigue eliminar la contaminación directamente del foco emisor".
"Una hectárea de microalgas captura la misma cantidad de CO2 que 33.000 árboles en 22 hectáreas", destaca Mato, mientras agradece la participación de Aena e Iberia en este proyecto.
Iberia aporta el agua destilada en la planta de depuración de "La Muñoza" (situada en los hangares de Barajas) para tratar y cultivar estas microalgas y Aena ha cedido los terrenos para su instalación.
En un futuro, anuncia Paloma Librero, la responsable de Medio Ambiente de Barajas, "se va a capturar CO2 de la planta de prueba de motores de Iberia y se intentará también en la de cogeneración del aeropuerto para reducir las emisiones y hacer un desarrollo más sostenible".
Y si todo sale según lo previsto, también se utilizará el biocombustible que puede salir de la biomasa para los vehículos de la plataforma y para las aeronaves, según Librero.
En Barajas, la planta de investigación cuenta con tres tipos de fotobiorreactores para cultivar las algas y su objetivo es la experimentación en todas las fases del proceso y la reducción de costes.
Por ahora, no se explota comercialmente su producción y la biomasa obtenida ha sido facilitada a unos 30 centros de investigación y más de 20 empresas que colaboran con AlgaEnergy en diferentes programas de investigación de alimentación, cosmética, fertilizantes o biocombustibles.
Mato no duda en vaticinar un gran futuro a las microalgas y asegura que servirán para paliar las tres crisis de la humanidad: "la alimentaria, porque tienen propiedades singulares como alimento, la medioambiental, porque captan CO2 y lo retiran del medio ambiente y la energética, al producir combustible a través de sus materias grasas".
Por ello, AlgaEnergy no ceja en la investigación y está construyendo una planta en Arcos de la Frontera (Cádiz), pionera a nivel mundial por su tamaño (un millón de litros de cultivo en una superficie de 10.000 m2) y porque se alimentará de CO2 tomado directamente de la chimenea de la planta de ciclo combinado.
"La biomasa producida ya contará con las propiedades necesarias para su uso comercial, un coste de producción competitivo y podrá destinarse a los sectores de acuicultura, farmacéutico, de fertilizantes o alimentario", según Mato, que destaca que seguirán trabajando en el reto de lograr un precio competitivo para los biocombustibles.
Esto será posible porque los cultivos de microalgas no compiten con la alimentación humana ni precisan terrenos de valor agrícola, como sucede con los biocombustibles de primera generación (aceite de palma, soja o maíz), lo que eleva su precio.
"Una plataforma de hormigón, un terreno baldío o el propio desierto pueden ser la base de una planta eficiente de microalgas", señala Mato, que recuerda que recientemente la Comisión Europea decidió "ir retirando las ayudas a los biocombustibles de primera generación para promover los de segunda".
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